jueves, 25 de junio de 2009

Push play!

Ajedrez, damas, truco, generala, ta-te-ti y podríamos seguir todo el día... la maravilla de los juegos! Son nuestro primer sistema de aprendizaje, "aprendemos jugando" o por lo menos mi generación lo hizo. Y algo de esa mecánica lúdica se queda con nosotros para siempre, a veces pensamos que dejamos de jugar, pero la verdad es que no, sólo jugamos distinto.
En la era de la histeria el mejor jugador gana. Ahora bien, hasta dónde somos buenos estrategas y cuándo pasamos al frívolo campo de la seducción sin sentido. Porque el gran quilombo de la seducción sin sentido es que termina siendo algo así como un juego sin premio, o sin ganadores.
Nadie puede negar que un grado de histeria no solo es saludable, sino que además levanta la autoestima, un cumplido por acá, una miradita por allá, un contacto físico mínimo con la escusa de algún dialogo igual de innecesario.... ok, hasta acá firmo. Hasta acá sería un simpático ta-te-ti que se puede dar en cualquier ámbito de nuestras vidas, la movilidad de este juego es limitada y por ende los participantes harán lo propio para llegar probablemente a un empate, se dispensaran una sonrisa afable y continuarán con sus vidas.
Qué pasa cuando esto crece o se repite de manera inescrupulosa, cuando las movidas se condensan todas en una línea de tiempo más bien breve? La primera conclusión, y las más lógica es que, hace rato cambiamos de juego, a las claras un alfil no tiene nada que hacer en un tablero de ta-te-ti.
Aquí hay 2 probabilidades: la primera, ambos jugadores eligen color y se lanzan a la fabulosa aventura de jugar al ajedrez; opción dos, una de las partes trae el tablero de ajedrez necesario para ese alfil que le trajeron, mientras que la otra parte mira con cara de sorpresa y se abraza al tablero de ta-te-ti como si fuera la última media luna de grasa un domingo a las 5 de la tarde.
Sras. y Sres. nos ponemos de pie para saludar a la bandera de la histeria, quien a como vienen las cosas, próximamente tendrá su propia nación!.
Mi estimado lector, si ud. no es el que se abrazó al tablero, le tengo muy malas noticias, ha sido arrastrado a Hysterialand "la tierra donde sus deseos nunca se realizan".
Por lógica adulta, ud. debería retirarse con un saludo cortés y continuar con su vida... peeeeeero allí va de nuevo a poner la carita (en el mejor de los casos), y sí, cómo no hacerlo, cómo resistir a esa fuerza interior que nos retrotrae a nuestra tierna infancia dónde continuamos jugando, porque más tarde o más temprano vamos a ganar!!!
El pequeño inconveniente de comportarse así de adulto es que nos podemos volver jugadores compulsivos y perder mucho más que el alfajor que nos dio al abuela para el recreo.
Entonces, resumiendo las variables, tenemos: un jugador que no termina de resolver a qué quiere jugar, un juego indefinido y unas ganas locas propias de seguir apostando.
Querer seguir jugando es algo natural en todo ser humano, y más en esta era, yo personalmente me niego a dejar de jugar, pero tampoco puedo "jugarme las joyas de la abuela en una mano de truco", entonces como decía una vieja publicidad "Y ahora que hago, que hago??!!"
Creo que lo fundamental es decidir qué juego queremos jugar con cada persona. Y por sobre todas las cosas pensar si realmente queremos ganar, porque el secreto que nadie te cuenta es que hay juegos en la adultez que sólo están hechos para jugarse, jamás para ganarse.
Así que tomen sus tableros, elijan a sus contrincantes, que mientras sepan a qué están jugando, ES DIVERTIDISIMO!!!
Este post va dedicado a un amigo heredado que recientemente me instó a volver al teclado vía e-mail, caballero esto es para ud. que tiene la humildad suficiente para consultar a sus amigas mujeres y seguir aprendiendo como funciona el maravilloso juego de los vínculos.