viernes, 14 de enero de 2011

Dominando a la intensidad

Alguna tuviste una sensación recorriendo tu cuerpo como un torrente de electricidad que no podés parar?
Cada gran periodo de la vida trae un vínculo de este tipo, o al menos espero que se lo haya llevado a cada uno de los que lean esto, la sensación que no entra en un sólo cuerpo y por eso pide dos.
Lo jodio de los sentimientos es que no entran en contenedor alguno, no puden dimensionarse jamás, surgen en alguna molécula ínfima de tu cuerpo y se disparan hacia todo tu sistema, creciendo hasta sentir que vas a estallar como un fénix en llamas.
No hay contenedor posible para un sentimiento verdadero, su intensidad es incomensurable y es por eso que sentimos que jamás va a pasar, el poder de algunos sentimientos es cargarse incluso la noción de tiempo, jamás sabes cuanto tiempo pasó cuando estuviste bien, y parecen no pasar jamás cuando estás mal.
A los 19 sentís que todo es para siempre y no hay mañana, al mismo tiempo. A los 25 entendiste que para siempre es demasiado tiempo y te empezás a tomar las cosas con cierta mesura, pero eventualmente las sensaciones te envuelven, volviendote un dios o un infierno para quien este cerca. A los 30 estoy aprendiendo que la intensidad fabulosa que te lleva al cielo te puede soltar y hacerte caer al suelo desde muy alto o, y este es el peor escenario, sacar lo peor de tu propio ser.
La vida no vale mucho si vivimos a cuenta gotas, pero abrir la canilla al mango puede ahogarnos, esta vez estoy buscando el punto que más me guste, cada uno tiene el suyo, sólo hay que tratar de encontrarlo. De nada sirve jugarse todo en una mano de truco.

http://www.youtube.com/watch?v=uelHwf8o7_U&feature=player_embedded